Vacas locas y la Antroposofía
El 13 de enero de 1923 Rudolf Steiner (1861-1925) escribía en un artículo dedicado a cuestiones agrícolas lo siguiente:
"¿Qué sucedería si, en lugar de vegetales, las vacas se pusiesen a comer carne? Pues que, entre otras sustancias, se llenarían de ácido úrico y de urato. Tocante al urato debo añadir que tiene propiedades muy particulares; entre otras, su gran afinidad con el sistema nervioso y con el cerebro. Si los bueyes (vacas, toros, terneros, ovejas, cabras, etc., es decir, los animales herbívoros) comieran carne directamente, el urato aumentaría enormemente en el cuerpo del animal yendo a instalarse preferentemente en su cerebro: el buey, la vaca y otros animales herbívoros se volverían locos".

La locura sobre la que nos puso en alerta Steiner hace 80 años, que amplió y desarrolló en 1924 en el "Curso de Agronomía" que impartió en la ciudad alemana de Breslau para más de 100 agricultores durante varias semanas, se ha popularizado en nuestros días como "la enfermedad de las vacas locas". Al curso antes citado se le considera el fundamento sobre el que se erigió la agricultura biodinámica. Steiner fue su fundador. Pero, ironías de la historia, a Steiner no se le hizo caso, es más, a pesar de que el fondo de su pensamiento es cristianismo puro, donde defiende incansablemente el amor al trabajo y la práctica de las virtudes individuales y sociales en armonía con las leyes que rigen la vida cósmica, en aras a inculcar en los seres humanos una vida más libre, justa, pacífica y espiritual; y a pesar del entusiasmo que despertaban sus conferencias y publicaciones, Steiner no fue nunca bien visto por los poderes públicos, ni por un gran sector de las Iglesias católica y protestante que le difamaron, calumniaron y atacaron, sin cesar y con virulencia, hasta conseguir que el populacho, adoctrinado y engañado, se dirigiera enfurecido hacia la residencia cultural que había levantado en Dornach cerca de la ciudad Suiza de Basilea, con el nombre de Goetheaneum, y en la noche de la San Silvestre del año 1922 le incendiaran el edificio. Hacía sólo 4 años que había finalizado la Primera Guerra Mundial y ya se estaba creando el caldo de cultivo para la segunda Gran Guerra que reventaría 18 años después del ataque frontal a Steiner.

Este buen y gran hombre predijo y nos alertó sobre la "enfermedad de las vacas locas" y sus consecuencias en la salud de los animales y de las personas, y sin embargo fue él quien durante sus últimos años tuvo que soportar que le llamaran loco, enfermo mental y paranoico.
La Encefalopatía Espongiforme se produce al alimentar al ganado vacuno con piensos procedentes de harinas animales. Existen varios tipos de encefalopatías ya que los ciervos, visones, gatos, etc., también la pueden contraer. Destacan la Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ) y la que se trata en este trabajo, que aireó el Reino Unido en 1986 con el nombre de Encefalitis Bovina Espongiforme (EBE), o sea, las vacas locas nuestras de cada día. Nos hallamos ante una enfermedad incurable tanto para los animales como para los humanos. En 1982, Prusiner, que investigaba a fondo las encefalopatías, declaraba a la revista norteamericana Science: "Creemos que los diferentes agentes que provocan las distintas encefalopatías espongiformes los podemos definir como priones constituidos por material proteico infeccioso, pero no nos explicamos cómo puede suceder que una proteína que no tiene material genético, es decir, ADN, sea infecciosa. Las creencias, limitaciones y titubeos del academicismo científico oficial junto al desprecio y descalificación sistemáticos a que someten las aportaciones naturistas, ecologistas, etc., tachándolas de vulgar empirismo y charlatanería, tienen una gran parte de responsabilidad en que no se hayan prohibido, décadas atrás, las harinas de animales para alimentar a las reses.
La alimentación es sólo una parte del grave problema que ha surgido en el mercado de la carne. Hoy, con pequeñas variaciones, están de acuerdo todos quienes se ocupan del tema, de que existen otras cuestiones en la cría del ganado que hay que cambiar o modificar.

Son las siguientes:
* Las defensas naturales (sistema inmunológico) de los animales se ha deteriorado en grado sumo debido al hacinamiento en que se crían.
* Las hormonas que se les suministra para acelerar su crecimiento y engorde.
* Los constantes antibióticos que se les da para combatir infecciones repetitivas.
* Los pesticidas, herbicidas, fungicidas, insecticidas y abonos químicos con que se tratan los pastizales y campos de plantas forrajeras, que al ingerirlos se fijarán en las vísceras y músculos de los bóvidos, etc.
No queremos ser alarmistas pero estamos convencidos que dentro de unos años la población que ha consumido estas carnes (¿baratas?) lo pagará muy caro con el empeoramiento de su salud. Les aconsejamos curas de desintoxicación. La carne es un alimento de alto valor biológico. A los ciudadanos se les ha inducido a que la consuman diariamente, lo que es una barbaridad; es hora de reformar definitivamente este sector económico que mueve fabulosas cantidades de dinero y en el que encuentran sus ingresos pecuniarios cientos de miles de personas.

El derrotismo y la impotencia ha infectado hasta los más sesudos tratados de nutrición y dietética. ¡Basta ya! No debemos cejar en el empeño renovador hasta conseguir una ganadería que ofrezca al ciudadano un nutriente proteico de excelente calidad y total garantía sanitaria, y eso significa ir aplicando paulatinamente la normativa que la Unión Europea ha publicado sobre las exigencias que deben reunir los productos ecológicos, que engloba la carne proveniente del ganado criado biológicamente: "24 de agosto de 2000: Entra en vigor el cumplimiento del Reglamento CEE 1804/99, por el que se completa, puesto que se incluyen las producciones de origen animal, el Reglamento anterior, CEE 2092/91, y viene a paliar los huecos legales de este último. Esta normativa marca las orientaciones, protege y defiende la producción cárnica y demás productos alimentarios obtenidos exclusivamente bajo estrictas normas ecológicas, biológicas, orgánicas o biodinámicas".

Los variados calificativos que se les da a la agricultura y ganadería ecológicas fueron ideados por los pioneros o precursores de esa forma natural de entender la explotación del vital sector agropecuario. Sus obras que nos legaron como herencia para nuestra supervivencia siguen siendo de total actualidad; aunque, desgraciadamente, hemos estado explotando a la Madre Tierra de espaldas a sus enseñanzas, y así nos van las cosas con la Naturaleza (ver recuadro).
Por fin, las autoridades europeas han prohibido alimentar a los animales con harinas de origen animal. Es un gran paso, pero no suficiente para nuestras aspiraciones. Veamos a grosso modo los aspectos fundamentales que deberían reunir las granjas que se dediquen a la producción de carne biológica (no debería existir otra en el futuro), y que afortunadamente ya funcionan unas pocas modélicas en el continente europeo y, como no, en España.

En nuestro país, a nivel gubernamental el CRAE (Consejo Regulador de la Agricultura Ecológica) es el responsable oficial de este sector. Las Comunidades Autónomas se han dotado de sus propias organizaciones, por ejemplo, en Cataluña es el CCPAE (Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica). Esta entidad oficial controla y garantiza que dentro de estas granjas no se utilicen productos químicos de síntesis, tales como plaguicidas, herbicidas, abonos químicos, etc.

Los animales pastan libremente durante todo el año en las fincas supervisadas por el CCPAE.
Estas explotaciones están rodeadas de bosques y jugosos pastos regados por aguas naturales exentas de contaminación. Al pacer los animales con total libertad se establece una rotación de los prados para que siempre haya hierba fresca y abundante; además, se mantiene y enriquece la biodiversidad y el equilibrio medioambiental asegurando la sostenibilidad del territorio explotado.

Los terneros nacen en libertad y permanecen con su madre un mínimo de siete meses. Esto significa que están amamantados con la leche materna. Normalmente toda la leche de la madre vaca se destina a la cría del ternero, por eso estas granjas dedicadas a la producción de carne no comercializan la leche ni elaboran derivados lácteos.
Una vez destetados los terneros son alimentados con productos biológicos integrales (no transgénicos ni irradiados). Y, por descontado, no se les estabula sino que permanecen al aire libre paciendo a su antojo.
En estas fincas es impensable utilizar harinas de otros animales, hormonas, clembuterol y demás productos contranatura, encaminados a acelerar y aumentar el engorde y el crecimiento de las bestias. El control es implacable. Si apareciera alguna molestia o enfermedad, caso poco probable debido a las condiciones naturales de crianza, se les trata con homeopatía y otras técnicas de curación naturopáticas.

El toro convive con las vacas dentro del rebaño. Los terneros machos son separados de las hembras pero no se les castra. Tampoco sufren ningún otro tipo de amputación, por ejemplo, todas las reses conservan sus cuernos.
Los animales se sacrifican, según la demanda, entre los 16 y los 24 meses. El transporte hacia el matadero se hace con el máximo cuidado y respeto hacia el animal con el fin de evitarle cualquier tipo de estrés que pueda repercutir en la calidad de la carne. La angustia, el sufrimiento y el dolor han sido eliminados tanto en el transporte como en el sacrificio. La res ha llevado una buena vida y ha muerto con toda dignidad. Todos estos pasos son igualmente inspeccionados por el CCPAE: camiones, mataderos, medios técnicos, higiénicos, sanitarios, salas de despiece, envasado, frigoríficos y congeladores, etc.

Las diferentes piezas de carne se envasan al vacío, de tal manera se garantiza una mejor conservación de la carne en estado fresco, se reduce al máximo la pérdida de masa, se mejora la maduración de la carne hasta el momento de su venta, y el consumidor sabe con total seguridad el origen y el lugar de producción de la carne que va a consumir.
La diferencia de sabor entre la carne de bóvidos machos o hembras tiene que ver con la mayor cantidad de grasa de las hembras.
El consumo y producción de esta carne biológica ha de incrementarse para que su precio disminuya sustancialmente. Aquí sí que hay que volcarse con todo tipo de ayudas y subvenciones para que se asegure la subsistencia de unos ganaderos ejemplares, profesional y humanamente hablando, para que mejore nuestra madre Tierra y para que los millones de consumidores protejan su salud y disfruten de un gran placer gastronómico.

El CCPAE fue creado por decreto 28/1994 del 21 de enero de 1994 (DOGC). En él se amparan los términos "ecológico, biológico, orgánico, biodinámico, integral, eco y bio" dentro del ámbito de aplicación de Cataluña. Es el Organismo encargado de certificar, controlar y promocionar los productos agroalimentarios ecológicos en Cataluña. Depende del Departamento de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Generalitat de Catalunya. Su logotipo es el único que garantiza el origen de la producción ecológica de los alimentos. Es un sistema de denominación y control avalado e integrado en la Comunidad Económica Europea (CEE).
El método más antiguo de agricultura ecológica es el sistema biodinámico que Rudolf Steiner desarrolló y practicó durante meses en la finca Koberwitz para agricultores en 1924 y que hunde sus raíces en el "Curso de Agronomía", basado en la Antroposofía, corriente filosófica desarrollada por Steiner, que incluye los efectos de fuerzas cósmicas sobre la tierra (la energía Yang del pensamiento oriental), entendiendo esta misma como organismo vivo. Según esta concepción, una granja es un organismo vivo que refleja la complejidad de la Naturaleza. Una empresa agropecuaria biodinámica se compone, en su forma ideal, de praderas y dehesas, campos de cultivo, huertos, frutales, setos y bosques. La agricultura es por lo tanto polivalente y multiforme.

Su principal tarea consiste en que la cadena biológica formada por el suelo, plantas, animales y hombres permanezca lo más cerrada posible, sin pérdidas. Cada nutriente que abandona la granja en forma de producto se ha de restituir por otros de forma natural. Dependiendo de la extensión, del clima y del emplazamiento de la finca, deberían existir los suficientes animales para obtener de su estiércol la composta necesaria destinada a la producción de humus que sirva de abono para el cultivo del forraje necesario. Por tanto, es de gran importancia la cría de ganado, especialmente vacuno, y en consecuencia no se debe tender a una especialización dedicada en exclusiva a la horticultura, a la producción de fruta, de cereales, etc. En la siembra, plantación y cosecha se sigue anualmente un calendario lunar que especifica los días y las horas más favorables para tales trabajos. El suelo se ara para abrirlo y hacerlo receptivo a las energías del Cosmos. El suelo se vivifica mediante preparados de estiércol concentrado y sustancias homeopáticas.

El hombre debe integrarse a la tierra y a sus diferentes labores con el suelo, las plantas, las semillas, los árboles, los animales, etc., con total entrega y amor porque ello influirá en la calidad de los alimentos que obtenga, en su salud y su felicidad. Todo eso nos lo dijo Steiner hace casi 100 años. Nuestras granjas biológicas han aprendido mucho de él y del resto de los precursores de la agricultura ecológica, en especial la biorgánica de Müller y Rusch.

La popularidad y la obra de Steiner fue extendiéndose a partir de 1905, pero no pudo asentarse porque quedó truncada por la Primera Guerra Mundial iniciada en 1914. Sin desanimarse, crea la Escuela Waldorf en 1919, un sistema pedagógico que se sigue aplicando en los países germánicos basado en la colaboración y ayuda mutua entre los alumnos, los profesores y los padres; donde se aplica menos rigidez en el estudio de las materias tradicionales; y donde los conocimientos teóricos se compaginan con la enseñanza manual y artesanal en su más amplia acepción para ambos sexos sin excepción alguna. Su último año de vida lo dedicó sin desmayo a impartir conferencias y seminarios sobre pedagogía curativa, medicina y la estética del lenguaje. Steiner flirteó en su juventud con las corrientes teosóficas y espiritualistas e incluso esotéricas, y eso sirvió a sus muchos enemigos, apoltronados en sus académicos sillones para descalificar su Antroposofía como una forma de la vieja utopía espiritista.

Las influencias de Steiner las hallamos en su Cristianismo practicante basado en el amor incondicional al prójimo, en la admiración que sentía por Goethe, en las obras de los filósofos Haeckel y Nietzsche; y en su pasión desbordante por estar al día de los conocimientos técnicos y científicos; por algo inició sus estudios en la Universidad Técnica de Viena.
Las semillas que nos legó Steiner no cayeron en saco roto. Su obra sigue viva y sus seguidores publican boletines, revistas y libros reactivando su pensamiento lúcido y salutífero, concretado en objetos tangibles, como los productos que para la salud fabrica la empresa alemana Welleda en la ciudad de Schwabisch-Gmund, cerca de Stuttgart, siguiendo las orientaciones antroposóficas; sin olvidar el puñado de granjas biodinámicas que existen en Alemania, Austria, Suiza, etc., que venden en los mercados carne superior de calidad.

¿Tenemos la voluntad política de reformar la ganadería en Europa? Los medios humanos, técnicos y financieros existen. ¿A qué esperamos? No podemos ignorar que está en juego la salud de cientos de miles de personas. Convirtamos la ¿utopía? de Steiner en la realidad de nuestro presente inmediato. Esa sería la mejor manera de honrar su memoria.
Pedro Navarro Torrecillas
Revista Primavera 2001