Viva más comiendo menos
Los chinos saben el secreto de la longevidad desde tiempos astrales. Según los sabios orientales la alimentación debe ser en poca cantidad y contener principalmente vegetales. Recomendaban beber té y tener mucho cuidado con algunos alimentos y bebidas. Según estos sabios de la salud si usted observa estas reglas puede prolongar su vida.

Los médicos centenarios de diferentes dinastías chinas importantes aseguraban lo siguiente: “Cuando comemos y bebemos doble el estómago y los intestinos se deterioran. Comer demasiado daña el estómago. Cuanto menos se come, mayor alegría se trae y más se beneficia la salud. Cuanto más comemos más acortamos la vida. Quien se alimenta mucho puede tener varios males: diarrea, sueño intranquilo, aumento de peso y la indigestión. La excesiva alimentación engorda y origina enfermedades.

Los sabios abogaban por comer poco. Pero, ¿cómo sabemos la cantidad justa? Gong Tingxian, médico imperial de la dinastía Ming, dio esta fórmula en Shou Shi Bao Yuan (Edad, vida y protección de la salud): “Es aconsejable comer y beber una cantidad no superior a una tercera parte de lo que se pueda comer.” Es decir coma menos de lo que puede comer.
Comer hasta hartarse, no es nada beneficioso. Los sabios recomendaban para los ancianos, comer poco y varias veces al día, mientras que no resultaba nada beneficioso comer mucho de una sentada.

Los médicos centenarios recomendaban “Comer principalmente vegetales.” Los estudiosos de la antigüedad siempre estaban de acuerdo en que los sabores debían ser livianos y evitar la pesadez. Dicho de otro modo, eso significa tomar vegetales como el alimento principal.
El taoísta centenario Xuan Yuanji de la dinastía Tang respondió una vez a la pregunta sobre el secreto de la avanzada edad. Su respuesta fue: “Una de las reglas más importantes que contribuían a su larga vida era comer alimentos de sabores livianos.”

ENVEJECIMIENTO Y CALIDAD DE VIDA DIETA Y LONGEVIDAD
El abanico de dietas en el ser humano actual muestra una gran variedad en las formas de alimentación, desde las dietas ricas en carne y pescado de los esquimales hasta la dieta estrictamente vegetariana de algunos grupos del subcontinente indio, pasando por todas las combinaciones imaginables.
Las dietas vegetarianas en sí mismas varían en gran medida, y se distinguen distintas definiciones dependiendo del tipo de dieta vegetariana:

Frugívora: consistente en frutos secos o frescos, semillas, aceite vegetal y, en algunos casos, miel.

Vegana o vegetariana estricta (pura): dieta basada estrictamente en vegetales y frutos, sin ningún producto de origen animal.

Lacto vegetariana: dieta basada en vegetales, frutos y productos lácteos.

Ovo-lacto vegetariana: dieta basada en vegetales y frutos, junto con productos lácteos, huevos y sus derivados.

Los motivos que llevan a restringir o evitar voluntariamente productos procedentes de animales son principalmente éticos, filosóficos, religiosos, culturales y/o por motivos de salud. Además, hoy en día, la mayor parte de la población mundial, particularmente en el tercer mundo, se alimenta exclusivamente o casi exclusivamente con una dieta vegetariana, debido a que no pueden conseguir fácilmente productos procedentes de animales mientras que verduras, frutos secos, semillas y fruta fresca es todo lo que tienen a su alcance.

Sin embargo, mucha de esta población, que vive a base de una dieta muy frugal, muestra un marcado nivel de actividad física y capacidad de rendimiento. Estas sociedades, con frecuencia muy longevas, ejemplifican sin lugar a dudas muchos de los principios que los gerontólogos han descubierto a lo largo de décadas. Echemos un vistazo a algunos aspectos de sus estilos de vida.

Dietas en poblaciones longevas
Un ejemplo es el basado en las observaciones hechas en 1970 por Sula Benet, profesora de antropología, que publicó tras su viaje a Abcasia (región de la Georgia rusa): «No hace mucho, en la aldea de Tanush en Abcasia, república de la antigua Unión Soviética, levanté mi copa de vino para brindar con un hombre que no parecía mayor de 70 años. Ojalá vivas más que Moisés (120 años), le dije, no le agradó el comentario, tenía 119 años».

En lo que respecta a salud y forma física la Dra. Benet observó que estas gentes, en general, disfrutan de muy buena visión y la mayoría de ellos conservan su propia dentadura, su postura es extraordinariamente erguida, incluso en aquellas personas de edad avanzada. Muchos de ellos de 70 años y más mayores hacen paseos de varios kilómetros al día y nadan en arroyos de montaña.

Estudios llevados a cabo por investigadores soviéticos y extranjeros muestran que, en general, signos de aterosclerosis, de haberlos, se dan solamente en personas de edad muy avanzada. Según un estudio llevado a cabo durante 9 años sobre 123 Abcasios de 100 años de edad, no se dieron casos de enfermedades mentales o cáncer. Una alimentación excesiva es considerada peligrosa en Abcasia, y a las personas obesas se las considera enfermas.

La dieta de los Abcasios contiene muy poca carne, quizá una o dos veces por semana. En cada una de sus tres comidas diarias comen abista, un alimento hecho con maíz cocido en agua y machacado, sin sal, que se toma como sustituto del pan. La manera de comerlo es templado, acompañado de trozos de queso de cabra casero. También consumen uno o dos vasos al día de matzoni, leche agria, parecida al kéfir.

Los demás alimentos básicos en la dicta diaria de la población de Abcasia son fruta fresca, especialmente uvas, verdura fresca, incluida la cebolla, el tomate, el pepino y el repollo, una gran variedad de verduras y judías verdes cocidas lentamente durante horas, machacadas y servidas con salsa de cebolla, pimientos, ajos, jugo de granada y pimienta. Grandes cantidades de ajo están siempre al alcance. Consumen agua de manantiales para cocinar y para beber.

No beben ni café ni té, pero consumen en pequeñas cantidades un vino tinto seco de baja graduación alcohólica fabricado por ellos mismos. El azúcar no figura en su dieta, aunque si consumen miel de producción local.
Otro antropólogo que describe los valores de una dieta frugal y un estilo de vida activo como el estudiado en las poblaciones longevas del Cáucaso (los Abcasios), en la zona del Karakorun en la región de Cachemira en los Himalayas pakistanies (los Hunzas) y en los Andes (los Vilcabamba) es Alexander Leaf, profesor de medicina clínica en la Escuela Médica de Harvard quien dice en su libro titulado «Youth in Old Age» («Joven en la Edad Avanzada»):

«Lo más importante, los buenos hábitos alimenticios deben establecerse a una temprana edad... y el ejercicio de resistencia es más que beneficioso...; aunque personalmente no puedo ofrecer una fórmula garantizada de cómo conseguir una larga, vigorosa y saludable vida sí puedo compartir con vosotros los consejos que recibí de Markhti Targil, de 104 años de edad, de Duripshi en Abcasia. Markhti me comentó que todas las mañanas desde que tiene memoria, camina montaña abajo para bañarse en las heladas aguas de los rápidos arroyos de montaña. Después de vestirse, sube de vuelta a su casa. Seguramente si Markhti hace eso todos los días tiene que estar demasiado en forma para morir».

Es significativo que los abcasios carecen de una palabra para definir el concepto «viejo». En su lugar, hablan de gente «de larga vida». La diferencia es de matiz pero notable; se desplaza la importancia hacia algo positivo. La edad se considera como un logro que los demás respetan y es fuente de orgullo

«Además de a Dios, necesitamos a los ancianos del pueblo».
(Antiguo proverbio abcasio)

En una investigación realizada sobre la población longeva de Hunza, el Dr. Magsood Ali, nutricionista Pakistaní, encontró que su dieta casi vegetariana tenía un bajo consumo calórico de 1.923 calorías, con 50 gramos de proteínas, 36 gramos de grasa y 354 gramos de hidratos de carbono; la carne y los productos lácteos constituyen solo el 1'S % del total.

Cifras similares han sido publicadas por el Dr. Guillermo Vela, de Quito, que encontró un consumo calórico asombrosamente bajo entre los ancianos de Vilcabamba. Este es un pequeño pueblo situado en la zona sur de los Andes ecuatorianos. Vilca significa «sagrado» y bamba «valle» en quechua, lengua utilizada antiguamente por los indios habitantes del valle.

La dieta diaria media proporcionaba 1.200 calorías, con 35 gramos de proteína, de 12 a 19 gramos de grasa y de 200 a 260 gramos de hidratos de carbono. Las proteínas y las grasas eran, en su mayor parte, de origen vegetal. Los alimentos principales incluyen el maíz, la yuca, las patatas, las alubias, el trigo, la calabaza, además de plantas silvestres y frutas cítricas, así como algunos peces de río. Sólo comen carne en ocasiones muy contadas.

La dieta de los Hunzas esta principalmente basada en cereales (trigo, cebada y alfalfa), hortalizas de hoja verde (lechuga, espinaca), vegetales de raíz (zanahorias, nabos, patatas y rábanos), alubias, garbanzos y otras legumbres tales como lentejas y legumbres germinadas. Forman también parte de su dieta, el calabacín, la calabaza y abundante queso fresco; entre las frutas figuran principalmente los albaricoques y las frutas silvestres, ya sean frescas o pasas, y la carne la comen en muy raras ocasiones.

A pesar de toda esta controversia podemos afirmar, sin temor a equivocamos y sin basamos únicamente en leyendas románticas, que los habitantes de dichos pueblos gozan de un vigor y una salud extraordinaria, así como que gran número de ellos alcanzan edades centenarias.

Pero quizás lo más importante es la baja incidencia de enfermedades crónicas en dichas sociedades, lo que les permite disfrutar de una buena calidad de vida a pesar de su longevidad.
Dicho estatus de salud cambia radicalmente, según los estudios, cuando los habitantes de estos pueblos deciden ir a vivir a otro núcleo de población y se integran en sus costumbres de alimentación, actividad, etc. Por lo tanto, podemos afirmar que su longevidad no estaría únicamente determinada por sus características genéticas.

¿Qué conclusiones sacamos de estos estudios sobre estas tres culturas de población longeva, situadas a gran altitud, con relación a la dieta y a la actividad física?
Tienen en común una dieta frugal, semi-vegetariana, baja en calorías (consumen casi un 1/3 menos de calorías que, por ejemplo, un norteamericano medio) y muy cercana a la tierra, de la cual extraen la mayor parte de los alimentos que consumen sin demasiados procesos de refinado, baja en grasas y con proteínas principalmente de origen vegetal.

Otro factor que contribuye en gran medida a la salud y forma física de estas poblaciones es, sin lugar a dudas, la práctica habitual de ejercicio físico. La actividad agrícola tradicional y las tareas del hogar suponen un duro esfuerzo del que todos participan desde su más tierna infancia hasta la vejez. Pero es sin duda el terreno montañoso el que supone un ejercicio físico añadido. Simplemente atravesar las montañas a pie durante días conlleva un alto grado de ejercicio cardiovascular, así como un gran fortalecimiento muscular.

Restricción alimentaria
Cuando a los roedores de laboratorio se les restringe el alimento, de modo que ingieran sólo un 60% de las calorías que tomarían según su apetito si se les ofreciesen de forma ilimitada, su longevidad máxima aumenta entre un 20 y un 40%.

¿Cómo explicar esta mayor longevidad?
Cabría aducir la responsabilidad de uno de los componentes principales de alimento. No obstante, si se restringen sólo las grasas, por ejemplo, en el mejor de los casos sólo se incrementa moderadamente la longevidad.
Una segunda hipótesis, dado que lo importante es, visiblemente, la cantidad de calorías, es que los animales subalimentados consumen menos energía que los animales alimentados hasta la saciedad. Parece ser que el organismo mantiene una tasa metabólica constante ajustando su peso corporal al alimento disponible.

La tercera hipótesis se basa en la teoría de los radicales libres formulada por primera vez en los años cincuenta por el norteamericano Denham Harman. Algunos investigadores se han preguntado por la posibilidad de que los animales subalimentados sufran menos ataques de estas moléculas oxidantes, tóxicas para las células.
La última hipótesis es que la restricción calórica sería entendida como una agresión del medio, es decir, un estrés al que debe reaccionar el organismo. Se sabe desde hace tiempo que la exposición a un pequeño estrés, por ejemplo a un choque térmico no letal, conlleva posteriormente una mayor resistencia a un estrés fuerte: es el fenómeno de «aclimatación».

El hecho es que se considera aceptado hoy en día que la restricción calórica consigue aumentar la longevidad máxima, debido a que disminuye la velocidad del proceso intrínseco del envejecimiento, a la vez que retrasa el momento de aparición de un gran número de enfermedades degenerativas, incluyendo la mayoría de los cánceres. Esto no quiere decir que los humanos debamos «matarnos de hambre».

La idea básica sería conseguir una dieta con la concentración de nutrientes necesaria pero ajustando las calorías consumidas al gasto individual. Obviamente dicho gasto será distinto, por ejemplo, en un joven que en un anciano, en una persona sedentaria que en un deportista.

Escrito elaborado por Mikel García Iturrioz