La dieta Macrobiótica
Más que una dieta para adelgazar, la macrobiótica es una forma de alimentación creada en Oriente que postula que desarrollar una forma de comer correcta y equilibrada es la base de la salud y la felicidad.
A través de la combinación de alimentos “yin” y “yang”, esta forma de alimentación natural busca el equilibrio físico, emocional y espiritual en todos los aspectos de la vida.
En esta nota les contamos de qué se trata y cómo ponerla en práctica todos los días para sentirse cada vez mejor.
Según los principales argumentos de la macrobiótica, las deficiencias en el mecanismo de alimentación de cada individuo provocan irregularidades orgánicas y psíquicas. Por lo tanto, la búsqueda del equilibrio en la dieta nos conducirá a la vez a un equilibrio corporal y emocional que nos permitirá desarrollar la vida en forma feliz. ¿Cómo se llega a esto? Según esta concepción oriental, la mejor manera es combinando de manera perfecta alimentos “yin”, o femeninos, y “yang”, o masculinos.

Origen y actualidad
Cuando nació esta corriente, en el Japón de la preguerra, su creador George Ohsawa la concibió como un movimiento pacifista y planteaba que solo a través de la alimentación japonesa se podían curar todas las enfermedades.
Sin embargo, con el paso del tiempo y con su adopción en los países occidentales, se fue dejando de lado el condimento ideológico militante para rescatar en forma más precisa sus beneficios como una manera sana y natural de comer.

Hoy en día, y para que todo el mundo pueda comprenderla y practicarla, la macrobiótica no es más que una regla de la vida muy flexible basada en el principio básico del yin yang. No tiene por qué ser una práctica dietética fija ni rígida, sino más bien una forma flexible y lógica de comer que difiere de acuerdo al clima, el medio ambiente, las condiciones de salud, sexo, edad, nivel de actividad y necesidades personales de cada uno.
Dentro de los alimentos recomendados existe una gran variedad de especies y condimentos para preparar comidas saludables, deliciosas y atractivas que al mismo tiempo se ajusten a los requisitos especiales de este tipo de alimentación.

Productos de consumo básico
La principal clave de esta dieta es la utilización de cereales integrales en grano (por ejemplo arroz integral, cebada, mijo y maíz) como alimentos centrales de base.
En la sociedad moderna, el cereal ha sido reemplazado en gran parte por aves de corral, carnes, lácteos y otros productos animales, con el consiguiente perjuicio físico, mental, social, ambiental y espiritual para la salud de los hombres. Por este motivo, la macrobiótica recomienda aumentar el consumo de cereales integrales, verduras, legumbres y otros alimentos naturales sin refinar y al mismo tiempo reducir la ingesta de carne, aves de corral, huevos, lácteos y otros carbohidratos refinados, así como alimentos altamente procesados o con demasiados productos químicos en su fabricación.

Pequeños cambios, grandes resultados
A diferencia de la forma habitual de comer de la sociedad occidental actual, esta rutina alimenticia proporciona los siguientes cambios:
· Mayor cantidad de carbohidratos complejos y menos azúcares simples.
· Mayor cantidad de proteínas de calidad vegetal y menos de proteína animal.
· Menor consumo general de grasas, pero de hacerlo, es preferible aumentar la cantidad de grasas insaturadas y reducir la de saturadas.
· Mayor consideración por el equilibrio de varias vitaminas, minerales y otros factores nutricionales.
· Mayor utilización de alimentos naturales cultivados orgánicamente mediante técnicas tradicionales de procesamiento de alimentos y menor cantidad de alimentos procesados artificial y químicamente.
· Mayor consumo de alimentos en su forma integral y menor de alimentos refinados y parciales.
· Mayor consumo de alimentos ricos en fibra y menor de alimentos que han sido desvitalizados.

Los principios de la macrobiótica
Para hacer retornar al cuerpo y a la mente a su funcionamiento perfecto deben tenerse en cuenta algunas medidas indirectas, preventivas y educativas.
Los microbióticos están convencidos de que una alimentación sana y equilibrada produce personas positivas y generosas. Todo lo contrario a esto, un estado de desnutrición o sobrealimentación no puede más que desarrollar personas llenas de negatividad.

Los principios fundamentales d esta dieta son cinco:
1. Los alimentos son el fundamento de la salud y de la felicidad.
2. El sodio y el potasio son los elementos antagónicos y complementarios básicos en el alimento y determinan más fuertemente su carácter o calidad “yin” o “yang”.
3. Los cereales en grano son el alimento básico del hombre como especie.
4. Los alimentos deben ser integrales, sin refinar y naturales.
5. Los alimentos deben cultivarse en la localidad donde se consumen y las verduras y frutas consumidas deben ser de estación.

Alimentos “yin” y “yang”
Como ya se ha dicho, el secreto es encontrar el equilibrio perfecto entre el “yin” y el “yang” de los ingredientes que utilizamos en nuestras comidas.
Pero eso no es todo, ya que también debe considerarse la relación que hay entre los alimentos y las estaciones del año. Por ejemplo: en los meses de verano debemos consumir los alimentos “yin”, los que por ser de tipo frío equilibran mejor la dieta.
Una de las características de los alimentos “yin” o fríos, como por ejemplo las frutas, es que expanden la energía, mientras que los alimentos “yang” o calientes la contraen.
Otro aspecto importante tiene que ver con el estado de ánimo de cada persona: si usted se siente cansado, deprimido o triste, lo mejor será que haga una comida “yang” y, por el contrario, una comida “yin” será ideal para cuando esté optimista y lleno de energía.

De Japón al resto del mundo
No tiene nada de extraño que la macrobiótica haya nacido en Japón, ya que antes del siglo XIX, la alimentación tradicional japonesa era muy similar a la que se propone desde esta corriente: el ganado era valorado únicamente como una bestia de carga, sin importar su carne para ser consumida y los lácteos eran desconocidos. Sin embargo, a medida que la cultura occidental fue penetrando en ese país en rápido y constante desarrollo, la comida también se modernizó.

Los creadores de la macrobiótica
Aunque por lo general siempre se considera a George Ohsawa como el creador de la macrobiótica, hay otros dos japoneses que pueden ser citados como sus antecesores: Ekken Kaibara, quien vivió en el siglo XVIII, y Sagen Ishizuka, del XIX.
El primero escribió en uno de sus libros que “es muy natural que quien haya sabido aplicar la conservación de la salud tenga un organismo fuerte que rechazará todas las enfermedades, sobreviviendo a la edad que la Providencia quiso que viviera y goce de todo”. En este fragmento se descubre ya la idea de que la enfermedad, así como la salud, depende de cada persona, de sus hábitos y su alimentación.

El segundo, el doctor Ishizuka, es considerado como el padre fundador de la disciplina macrobiótica moderna. Al notar los grandes cambios que la modernización estaba introduciendo en su país, consideraba que se había perdido gran parte del enorme valor de la dietética tradicional, por lo que decidió revivirla y presentarla en forma científica moderna. Sobre este fundamento construyeron luego sus teorías Ohsawa y otros.
El motivo que lo llevó a Ishizuka a revalorizar la forma de alimentación tradicional fueron los sucesos ocurridos en su propia salud. Luego de recibirse de médico, sufrió una lesión renal crónica que no pudo curar la medicina ortodoxa. Por este motivo, comenzó a experimentar con su dieta, descartando la carne y los lácteos. Por el contrario, centró su alimentación en el consumo de arroz integral, legumbres, verduras y derivas, con lo que logró recuperarse.

En 1907, un grupo de seguidores de este doctor (que adquirió gran fama utilizando su teoría) creó una asociación japonesa llamada Shoku-Yo-Kai, considerada como la primera organización macribiótica. A ella se unió el joven Yukikazu Sakurazawa, quien luego se cambió el nombre a George Ohsawa.
Desde 1923 hasta 1966, año en que murió, la macrobiótica fue su vida. Tanto su madre como su hermana habían sucumbido a la tuberculosis, enfermedad que él también padeció. A pesar de que la medicina occidental no le había dado demasiadas esperanzas de vida. Ohsawa comenzó a aplicar las enseñanzas de Ishizuka y se curó.

Más adelante fundó su propia organización, el Instituto del Principio Unificador, donde se dedicó más a la enseñanza de la filosofía del “yin yang” que al tratamiento directo del enfermo. Luego dedicó su vida a dictar conferencias sobre la filosofía macrobiótica a lo largo de todo el mundo y a escribir libros y artículos acerca de este tema.
Fueron algunos de sus discípulos, como Michio y Aveline Kushi, y Herman y Cornellia Aihara, quienes se encargaron de llevar hasta los Estados Unidos la práctica y propagación de la medicina tradicional japonesa y de la macrobiótica, y de ahí al resto del mundo.

Pero ¿cuáles son los alimentos “yin” y cuáles los “yang”?
Aquí te ofrecemos el listado básico.
Entre los principales comestibles “yin” pueden destacarse los siguientes:
Verduras: remolacha, apio, alcachofas, palta, tomate, pepino, espárragos, espinacas, champiñones, judías verdes.
Frutas: melón, piña, mango, pomelo, naranja, banana, higo, pera, limón.
Hierbas: tomillo, menta.
Aceites: girasol, sésamo, oliva y maíz.
Frutos de mar: algas marinas.
Cereales: maíz, centeno, cebada.
Líquidos: bebidas alcohólicas (cerveza, champagne, vino), agua mineral, soda, té, café.
Otros: Vinagre, azúcar, aceitunas, almendras, avellanas, miel.

Por otro lado los principales alimentos “yang” son:
Verduras:
lechuga, endibia, rábano, ajo, cebolla, perejil, achicoria, zanahorias.
Frutas: fresas, manzanas, cerezas.
Hierbas: dientes de león.
Cereales: trigo sarraceno.
Otros: sal marina, huevos, lentejas, castaña.

Para tener en cuenta:
El arroz integral y, en general, todos los cereales integrales, las verduras, las frutas son el centro de la alimentación macrobiótica.
En cambio, las carnes rojas, el azúcar blanco, los conservantes y aditivos industriales y los alimentos sintéticos son los más cuestionados.