Alimentación y equilibrio emocional
Una persona emocionalmente equilibrada es aquella que tiene la capacidad de adaptarse a las situaciones de la vida, que tiene suficiente flexibilidad, que no es rígida, que no es arrogante y que puede manejar su vida sin que la vida la maneje a ella, más allá de que las emociones existen, hay momentos tristes y alegres, pero en general puede concretar sus anhelos y puede ser flexible frente a las situaciones adversas, explica Liliana Racauchi, directora del Spa Las Dalias (Posada y Centro de Terapias Naturales Ecológico) y autora, junto a José Bidart, de los libros “Formas saludables de vida”, “Aprender a cuidar el cuerpo-mente” y “Comidas & consejos saludables para una vida mejor”, entre otros.
“La alimentación está directamente relacionada con las emociones que tenemos, con nuestra personalidad, con nuestros rasgos característicos y condiciona nuestra forma de funcionar frente a la vida”, dice Racauchi y ofrece ejemplos:

- La alimentación japonesa tradicional consiste en productos cocidos, poca fruta, poco lácteo, bastante pescado, son comidas muy contractivas que generan personalidades más duras, más cerradas.
- La alimentación de las regiones tropicales, basada en frutas dulces, que son alimentos más expansivos, producen una condición más relajada, más distendida.
- Comer carne hace que el cuerpo genere dopamina, un neurotransmisor que tiene que ver con los estados de violencia y agresividad, que se exacerban cuando hay exceso de esta hormona.

“Hoy, la psiconeuroinmunoendocrinología estudia al cerebro, que segrega unas sustancias llamadas neurotransmisores -o péptidos u hormonas- que van al torrente sanguíneo y que tienen una correspondencia con las emociones”, señala la autora de “Formas saludables de vida”.
Consumir azúcar, por ejemplo, produce grandes cambios de humor. Así lo explica Perla Palacci de Jacobowitz, autora del libro “Macrobiótica para Todos” y asesora en macrobiótica del restaurante La Casa de Ohsawa:
“Comer una alimentación alta en azúcar tiene efectos en el cuerpo, en las emociones y en la capacidad de funcionar de las personas. Además, el azúcar es una de las principales razones por las que estamos excedidos de peso, ya que es densa en calorías y totalmente carente de nutrientes: comer azúcar introduce una cantidad de calorías en el cuerpo que cuesta trabajo quemar.

La glucosa es el combustible con el cual el cuerpo opera, pero los azúcares simples, como es el azúcar blanca refinada, producen agotamiento, extraen del cuerpo la vitamina B, toma el calcio de huesos y dientes e inhibe la absorción de nutrientes incluyendo las proteínas, el calcio y otros minerales.
No son sólo las bacterias las que atacan los dientes, sino que los dientes, lugares de almacenamiento de calcio, se debilitan cuando se les quita calcio desde adentro y quedan más sensibles al ataque de las bacterias.

El cerebro necesita la glucosa de la sangre para poder pensar, pero el azúcar produce fluctuación en los niveles de glucosa y genera un envío errático de combustible al cerebro, primero excesivo y después reducido, que trae como resultado un comportamiento emocional impredecible”, explica Perla Palacci de Jacobowitz.

¿Qué elegir para comer, entonces?
“Los cereales integrales son los que generan mayor armonía y deberían ser la base de la alimentación porque contienen una cantidad muy importante de vitamina B, que regula el sistema nervioso y a su vez permite que se sintetice un aminoácido precursor de la serotonina, el que tiene que ver con los estados depresivos: la falta de serotonina genera depresión, entonces comer cereales integrales influye directamente en la posibilidad de que una persona esté deprimida o no lo esté”, plantea Racauchi.

“Para endulzar, la mejor elección son los edulcorantes que contienen maltosa, los que están próximos a los cereales integrales –como el jarabe o miel de arroz y de cebada-, porque se descomponen lentamente en el estómago y los intestinos y no afectan dramáticamente los azúcares de la sangre. Así se evita la montaña rusa de energía y oscilación de humor que proviene del azúcar. Además, cuando consumimos grandes cantidades de proteína y azúcar se produce un efecto acidificante y el cuerpo, en su necesidad de recuperar el equilibrio, reúne el calcio de los huesos y dientes (calcio, mineral alcalino) para contrarrestar el efecto acidificante”, señala la autora de “Macrobiótica para todos”.

“Hay una forma de alimentarse que está directamente apuntada a generar un estado de mayor armonía: basada en cereales integrales, verduras, legumbres, semillas, frutas y algunos azúcares de buena calidad, tal como indica la pirámide nutricional –dice Racauchi-. Es una alimentación que hace que este equilibrio emocional exista y se mantenga”.
Por eso, yendo más allá de la salud física, de evitar las caries dentales y la obesidad -que no es poco, de todas formas-, hay que tener en cuenta, al llevar el alimento a la boca, qué estado emocional va a provocar.