Psiconutrición: comer con cabeza
"No es hambre; es ansia lo que siento", es una manifestación frecuente entre los pacientes con problemas de sobrepeso.

Todos encerramos deseos de satisfacción más o menos justificada. La importada - y aceptada - palabra de "estrés emocional" es un baúl de sastre, donde van a parar todos los retales de insatisfacciones o frustraciones de trabajo, sentimentales, familiares, tristezas que quedan prendidas en el inconsciente...

Y esa sobrecarga consciente o inconsciente de insatisfacciones, unas veces se compensan con actividades diversas y otras las ahogamos en lo "nutritivo-festivo". ¡Raro aquél que utiliza la otra instintiva vía de lo "erótico-festivo" como solaz desviación de preocupaciones!

El instinto nutritivo es el primero de la lista para procurarnos mensajes agradables. Primer un es instinto -¡hay que comer lo que sea! - , el cual se transformará en una sensación más elaborada ("¡me gusta más el queso de tetilla que el requesón!").

El problema se inicia cuando esos gustos se transforman en necesidades obsesivas o compulsivas, inclusive convencidos de que "el cuerpo lo necesita".
Existen dos tendencias instintivas, bien definidas por los mismos pacientes. Una tiende a "voy más a lo dulce" (incluida la bollería y el pan); otra declara que "voy más a lo salado" (incluidas patatas fritas y embutidos).

Existe otro tercer grupo que denomino todo terreno y que se define como "a mí me va todo". Dentro de cada sector existen determinadas peculiaridades selectivas (chocolate, arroz, quesos...). Todo ello relacionado con la química cerebral.

Todos tenemos lógicos gustos propios y áreas comunes en el mundo alimentario, medicamento y placer de la humanidad. El problema se inicia cuando esos gustos se transforman en necesidades obsesivas o compulsivas, inclusive convencidos de que "el cuerpo lo necesita".

La mayoría de las veces se trata de Trastornos Intermedios de Conducta Alimentaria, comprendidos en el amplio abanico que oscila desde la anorexia y a la bulimia, cuyo origen no es caprichoso, sino condicionado por alteraciones bioquímicas cerebrales (neurohormonales), poco profundas pero molestas.

Su origen deriva de esas "cosas de la vida", que debemos asimilar y que sin lugar a dudas son controlables con constancia, convicción y... endocrino que os entienda y atienda.

Obviamente, un tema es desear y otro realizar. Entre ambas situaciones, está la de decidir. Esa es la postura fundamental a desarrollar, ante el impulso de comer de forma incongruente; por ejemplo, después de haber comido bien, llegamos a casa y el brazo se alarga hacia la nevera, el bollo, el bombón o el "whiskecito", como sucede en esos alienígenas cinematográficos de brazos elásticos que crecen y crecen...

El quinto verbo de mis consideraciones, sería persistir, el sexto controlar y el séptimo compensar... cuando nos pasemos. ¡Sin agobio, pero con coherencia, un verbo para cada día de la semana!

No pidáis milagros, ni acudáis para adelgazar...
Dr. Carlos R. Jiménez

Trucos para comer con cabeza
A continuación te ofrecemos una serie de trucos para que la alimentación sea un regalo para tu forma física y tu paladar.

Come de todo, pero con moderación
Puedes darte un capricho, pero lo mejor es que ese capricho sea de pequeñas proporciones. Un truco para que no te des un atracón de comida basura es que llenes el estomago con cosas sanas. Después, aunque tengas un antojo, no tendrás hueco para él.

Piensa en verde
Llena la nevera de verdura. Si es posible, todo tipo de vegetales, ya que cada uno tiene sus propiedades nutritivas. No hay motive para que renuncies a las espinacas, cuando son una fuente de hierro inestimable. Si es que incluso esos productos tan calóricos como los aguacates o los cacahuetes son más sanos que un Doner Kebab, una hamburguesa o un Frankfurt. Añade una ensalada a todas tus comidas o sé plenamente vegetariano por un día.

Empieza a cocinar
Básicamente, es volver a los orígenes de tu vida, esos años en los que tu madre o tu abuela cocinaban productos frescos. Ellas no sabían de calorías, pero te daban un sustento alimenticio fenomenal. Para cocinar es preciso que hagas la compra por tu cuenta. De este modo tus platos serán más ricos y variados y desde el mismo supermercado podrás comenzar a planear lo que comer en fechas venideras.

Prepara comida de sobra
De este modo matas dos pájaros de un tiro. Si cocinas mucha comida y después la conservas adecuadamente te ahorrarás el tener que cocinar todos los días. Pasar por los fogones suele dar mucha pereza tras una dura jornada en la oficina, por lo que en Vamos a correr te garantizamos que agradecerás ese favor que te hiciste cuando optaste por cocinar más de lo que podías comer en ese momento.

No te pongas retos inalcanzables
Es como cuando corres. Si no te dan las fuerzas para cubrir una distancia, esto no va a cambiar de un día para otro. Sé realista y ponte retos asumibles a corto plazo. Si tienes mucha motivación por cuidar tu alimentación puedes empezar por comer 2/3 menos de grasas animales y de comida basura.

Un modo de conseguir cumplir unos objetivos razonables es éste: cada día toma una pieza más de fruta y verdura, y una ración menos de comida industrialmente procesada. Poco a poco lograrás eliminar los alimentos más perjudiciales de tu dieta.

Reduce la amenaza de las grasas animales
Por ejemplo, si te gusta el beicon, utilízalo en pequeñas cantidades para acompañar el arroz o la pasta, pero que no se convierta en un fin en sí mismo. Es decir, no desayunes ni comas beicon como plato fuerte de una comida. Reducir las grasas animales es un primer paso hacia una nueva alimentación. Huye de las salsas de carne, los aderezos cárnicos u otros complementos derivados de los animales, y opta por los acompañamientos vegetales, como salsas de cebolla, “piperadas” o compotas de fruta para dar un toque a tus comidas.

No orbites en torno a los nutrientes
Muchos corredores vigilan obsesivamente la cantidad de carbohidratos y proteínas que ingieren. Ignoran o ya no recuerdan que los carbohidratos y las proteínas se encuentran en la mayoría de alimentos, por lo que a veces optan por alimentos hiper-proteicos (atún, claras de huevo, pollo…) o productos muy ricos en carbohidratos (pasta, arroz y patatas).

El problema es que así nuestra dieta se limita a estos productos y sus posibles combinaciones. Pronto veremos que las posibilidades que ofrecen estos alimentos no son ilimitadas. A menos que te prepares para maratones o ultradistancias, come de todo y no cuentes las calorías con tanta obsesión.

No confundas las barritas energéticas con comida
Evita el consumo de las barritas si puedes comer algo sólido y más natural. Las barritas son muy cómodas de comer en carrera, pero en el día a día es mejor que no sustituyan a una comida.